sábado, 21 de mayo de 2016

Yo también soy inmigrante y evado el Transantiago




El día que me siente junto a una señora racista que venga a descargar sobre mi cuerpo de trabajadora inmigrante la culpa ficticia de que una empresa del neoliberalismo no esté recibiendo las suficientes ganancias, ese día juro le recitaré a gritos mis razones:

Evado el Transantiago como evadiría el Metro de Caracas, el Transmilenio Bogotá o el Subte en Buenos Aires. Y lo haría con plena conciencia de que ante cualquiera de esas empresas, es la misma clase capitalista la que nos esquilma por sin distinto nacional.

Evado el Transantiago porque lo que me pagan por trabajar de lunes a sábado y dos domingos al mes es un salario mínimo, del cual se me descuentan cotizaciones a una AFP que habrá de dejarnos en la miseria a usted y a mí.

Evado el Transantiago porque si lo pagara, tendría que destinarle a Metro Sociedad Anónima el equivalente aproximado a un 20% de mi salario de trabajador inmigrante. Y yo pendeja no soy, ¿usted sí?

Evado el Transantiago porque si no lo hiciera, no alcanzaría a pagar el costo del arriendo del cuarto en el que duermo unas pocas horas antes de ir a trabajar cada día.

Evado el Transantiago porque con esos setecientos pesos le compro una marraqueta al trabajador que vende en la esquina y me voy desayunada a la pega.

Evado el Transantiago porque me niego a ser esclava enajenada de la clase capitalista que se enriquece cobrándonos por trasladarnos a los lugares en donde nos roba la vida.

Evado el Transantiago y lo seguiré haciendo, tal como lo hace el resto de la clase trabajadora en Chile que tiene plena conciencia de que los ladrones no somos los inmigrantes sino la clase dominante.

Evado el Transantiago porque defiendo mi salario.
Y eso, lo aprendí en Santiago.